Y dejé de llamarte papá

 Escribir es dedicarse a la noche que todos llevamos dentro. Maurice Pinguet



Caroline Darian fecha el inicio de su diario el 1 de noviembre de 2020. Un día después estalla la tormenta, un mensaje cambia la vida, trastoca lo conocido. Su marido, Paul, descubre dos llamadas perdidas. El primer mensaje es de su suegra. Le pide que le llame, es urgente, algo relacionado con su marido. El segundo mensaje lo ha dejado un teniente de policía de la seguridad departamental de Carpentras: «Encontramos videos que muestran a su suegra durmiendo, obviamente drogada, con hombres abusando de ella». La madre ha elegido a su yerno para trasladarle la noticia, es demasiado dura para comunicársela a sus hijos. 

Así comienza el que conocemos como caso Pélicot. A Dominique Pélicot se le acusa de haber drogado a su esposa Gisèle con somníferos y ansiolíticos, de violarla en numerosas ocasiones a lo largo de diez años y de haber invitado a decenas de hombres a través de una web para que también la violaran mientras ella permanecía inconsciente. En el juicio en el que se le condenó a veinte años de prisión, otros cincuenta hombres acusados fueron declarados culpables de los cargos que se les imputaban. La lucha pública de Gisèle consternó y movilizó a centenares de personas en Francia, en su mayoría mujeres, porque la historia de Gisèle Pélicot no es única, afecta de miles de mujeres en todo el mundo, por eso su victoria en los tribunales consiguió que la vergüenza empezase a cambiar de bando.

Y dejé de llamarte papá, el libro de la hija de Pélicot, ofrece un testimonio devastador e imprescindible porque nos descubre el horror y el posterior trauma; habla de la violación por sumisión química, una práctica bastante extendida entre los agresores sexuales; denuncia el incesto, así como la falta de apoyo psicológico en comisaría al recibir la noticia y en el ámbito jurídico y sanitario; narra la repercusión en la vida familiar y cómo lo que le sucede a un ser querido desestabiliza emocionalmente a sus familiares y amigos, que son víctimas colaterales; muestra la vergüenza que se siente por haber querido a un monstruo; explica que la disociación se convierte en defensa ante el trauma y agradece la solidaridad y el apoyo de las personas que se convierten en el puntal que sustenta a una mujer en situación de máxima vulnerabilidad, conmocionada y asustada.

Caroline Darian escribe como terapia, recurre a las palabras para sanarse, para que el dolor deje de hacer doler; compone un diario que finaliza el 28 de noviembre de 2021, cuando aún se ha de materializar el viacrucis del juicio, cuando parte de la prensa no piensa en el daño que causa con su falta de profesionalidad y compasión, cuando toca revivir y reabrir las heridas para sanarlas definitivamente.

Y dejé de llamarte papá es un ejercicio de valentía, porque Caroline Darian no solo debe asimilar las agresiones que ha sufrido su madre por parte del padre y de cerca de ochenta desconocidos, ella también aparece en varias fotos inconsciente y acostada en una cama. A diferencia del caso de su madre, no hay pruebas de que fuese abusada sexualmente, pero es que la mayoría de las víctimas no tienen ningún recuerdo de las agresiones y quizás ni se dieron cuenta de que fueron drogadas. 

Aceptar que se es hija tanto del torturador como de su víctima supone una terrible carga. El padre se ha convertido en criminal, 20 000 archivos digitales de violaciones y pornografía lo acreditan, y la madre es ahora un ejemplo de dignidad y fortaleza. Caroline Darian nos descubre un muestrario de horrores, se siente traicionada, engañada. Su vida íntima ha quedado expuesta ante millones de personas. El libro que ha escrito resulta difícil de leer, porque describe episodios estremecedores. Como hijos, nos identificamos con ella y nos cuesta imaginarnos arrasados por un cataclismo.


Título: Y dejé de llamarte papá

Autora: Caroline Darian

Editorial: Seix Barral

Páginas: 208

Año: 2025

Comentarios

Entradas populares