El país de las mujeres
Vagueábamos y
especulábamos, en la travesía oceánica y también en la fluvial. —Admitiendo la
improbabilidad —comenzábamos solemnemente, y entonces nos lanzábamos de nuevo.
—Lucharían entre ellas —insistía Terry—. Las mujeres siempre lo hacen. No
debemos esperar encontrar ningún tipo de orden y organización. —Estás muy
equivocado —le decía Jeff—. Será como un convento bajo la autoridad de una
abadesa: una hermandad pacífica, armoniosa. Yo bufaba de mofa ante tal idea.
—¡Monjas, claro! Tus hermandades pacíficas son todas célibes, Jeff, y bajo
votos de obediencia. Estas son solo mujeres, y madres, y donde hay maternidad
no encuentras hermandad. No mucha. —No señor, reñirán —convino Terry—. Tampoco
debemos esperar invenciones y progreso; será terriblemente primitivo.
Terry O. Nicholson, un rico explorador; Jeff Margrave,
médico, y Vandyck Jennings, sociólogo, se unen en una expedición científica que
tiene como objetivo conocer una tierra extraña donde no vivía hombre alguno,
solo mujeres y niñas.
El país de las mujeres
es una utopía creada por Charlotte Perkins, un mundo sin hombres, sin tiranos,
sin injusticias, igualitario y en desarrollo, en el que las mujeres viven en
paz y armonía, independientes y libres de cualquier yugo.
Las habitantes de este país son ecologistas, respetan el
medio ambiente y a los animales. El orden, la higiene, la educación, el
cultivo de las ciencias y las artes, han conseguido erradicar la violencia.
Estas mujeres son autosuficientes, no necesitan a los hombres ni para procrear,
pues se reproducen mediante partenogénesis y únicamente nacen niñas.
En este mundo idílico no está vetada la entrada a los
hombres. El narrador, Vandyck Jennings, llega a él con sus dos compañeros de
aventuras: Terry O. Nicholson y Jeff Margrave. El propósito de los exploradores,
disfrutar de una orgía sexual permanente con atractivas mujeres deseosas de someterse
a la superioridad masculina, se ve truncado por la realidad, esas exóticas amazonas
no son guerreras o están asilvestradas, ni siquiera buscan sexo. En El
país de las mujeres no existe la pobreza o la insalubridad y los avances
sociales y económicos admiran a los aventureros.
Charlotte Perkins proclama la educación como bien
imprescindible que permite a las mujeres vivir en igualdad con los hombres y
sin la servidumbre que impone la dependencia económica. Demuestra que las
mujeres no son el sexo débil, no necesitan de los hombres para subsistir y son
capaces de organizarse socialmente con éxito en una comunidad sin clases
sociales ni diferencias, pacífica, donde todas son válidas y cada una está
especializa en una función, según sea su capacidad.
Perkins Gilman (1860-1935) se distinguió como activista
relevante en la defensa de los derechos de la mujer y es autora de de la novela
autobiográfica El empapelado amarillo. El país de las mujeres
o Herland se publicó por entregas en la revista The forerunner, durante 1915. La obra «desapareció» durante unos
años, hasta que en 1979 otras activistas la recuperaron porque buena parte de las
reivindicaciones que hace Perkins siguen vigentes en la actualidad.
Título: El país de las mujeres (Herland)
Autor: Charlotte Perkins Gilman
Editorial: Guillermo Escolar Editor
Páginas: 191
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