El papel amarillo
Charlotte Perkins Gilman publicó El papel amarillo en 1891, en la revista New England Magazine.
Un médico le escribió a la autora para decirle que su historia era la mejor
descripción de un proceso incipiente de locura que había leído y preguntarle si
se trataba de una experiencia personal.
Esto lo cuenta Charlotte Perkins Gilman en una nota
publicada en 1913: ¿Por qué escribí ‘El papel
amarillo’? Durante bastantes años padeció una continua crisis nerviosa con
tendencia a la melancolía. En el tercer año de este «problema» consultó al
especialista en enfermedades nerviosas más conocido de su país, el doctor Silas
Weir Mitchell, que tras analizar su caso consideró que no tenía nada de
importancia y la envió a casa prescribiéndole «vivir una vida lo más doméstica
posible», «no tener más de dos horas de vida intelectual al día» y no coger una
pluma, un pincel o un lápiz en su vida. Esto sucedía en 1887. Perkins cumplió a
rajatabla las recomendaciones y pasados tres meses era una ruina mental. Hizo caso
a una amiga, abandonó las prescripciones médicas y volvió al trabajo, poniéndole
un sentido a su vida.
En El papel amarillo
habla una mujer. Nos cuenta su llegada a una casa extraña en la que pasará tres
meses con su marido, su hija y una cuñada. En la casa hay algo raro, lo sabe, lo siente, pero el marido se burla
de sus aprensiones, ya ha diagnosticado sus males como una simple depresión
nerviosa con tendencia a la histeria. John es médico y se niega a pensar que esté enferma. El hermano de la mujer
es de la misma opinión. Ella toma tónicos reconstituyentes, da paseos, hace
ejercicio y tiene prohibido trabajar, aunque cree que si tuviera una ocupación agradable,
excitante y novedosa se encontraría mejor. Por eso escribe a escondidas,
arriesgándose a recibir las amonestaciones del marido cuando la descubre y le
recuerda que eso es lo peor que puede hacer.
Entonces ella se centra en la casa, tiene mucho tiempo para
observarla, para fijarse en cada detalle, y el papel de la pared se convierte
en el foco de su mirada. Es un papel desagradable a la vista, de diseño
extravagante, que atenta contra el buen gusto. El papel la confunde, la irrita,
le repele porque es un de amarillo chillón, con una tonalidad enfermiza.
La mujer escribe y esconde. Escribe y esconde sus palabras
cuando llega John para evitar que este se altere. La hace sufrir sentirse una
carga y le pesa sobre todo no poder ocuparse de su bebé. John se burla cuando le habla del papel
amarillo, de los efectos nefastos que provoca en su ánimo y ella acaba reconociendo que cambiar de habitación o pintar las paredes son meros caprichos.
Al final, la mujer
acepta el cuarto, el horrible papel de la pared, el aislamiento al que está
sometida, sigue opinando que un trabajo resultaría beneficioso para superar su
estado, sabe que escribiendo disminuirá su tensión, pero se ha rendido. Le gustaría
mejorar pronto y se esfuerza por complacer al marido. El papel ejerce una
influencia funesta en su ánimo, la mira, la domina. Llega la hermana de John, una mujer que se
preocupa por ella, que es la perfecta ama de casa y no aspira a más. También considera
que la escritura le hace daño. Llora siempre, sin motivo. Llora a solas,
acompañada. Empieza a cogerle cariño a esa habitación, quizás también a ese
papel que la obsesiona. Ve cosas en él que nadie más advierte, una trama oculta
que al atardecer se convierte en barrotes. Tras esos barrotes le parece ver a
una mujer.
La depresión postparto, la histeria, los nervios… Son males
de mujer. La mujer se hace visible e intenta salir, abandonar su encierro. Para
ello es preciso arrancar el papel, arrancar los barrotes, ser libre.
Charlotte Perkins Gilman narra que este cuento causó tanta
conmoción en su familia que le permitieron seguir con sus actividades y esto
facilitó su recuperación. Incluso el doctor que la atendió cambió el
tratamiento contra la neurastenia. Charlotte consiguió su propósito, daba
conferencias sobre temas relacionados con la mujer, se movía en el círculo
social de activistas y escritoras del movimiento feminista, fue reconocida por
su lucha a favor de los derechos humanos y la reforma social. También logró crear su propia revista: The Forerunner, en la que publicó buena parte de su obra, y a
través de ella se dedicó a estimular el pensamiento crítico y a expresar sus ideas
contra la corriente dominante.
Título: El papel amarillo
Autora: Charlotte Perkins Gilman
Editorial: Bestia Negra
Páginas: 80
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