El devorador de calabazas

«Me parecía que estaba sola en el mundo. Mi pasado, por fin, había concluido. Lo había entregado, liberado, devuelto a su sitio, para que encajase en la vida de otras personas. Porque el pasado crece hasta un punto en que es más largo que nuestro futuro, y entonces puede volverse una carga demasiado pesada. Había encontrado, o había creado, una neutralidad entre el pasado que había perdido y el futuro que temía: un momento interminable que pasaba bajo mis pies como la sombra de una escalera mecánica, en que cada escalón se repite una y otra vez, aplastándose para encontrarse con el siguiente; un círculo perfecto de aislamiento cautivo entre ayer y mañana, entre dos ilusiones. Ayer nunca había ocurrido. Mañana nunca tendría lugar».



A los treinta y un años, la señora Armitage ya se ha casado cuatro veces y ha parido una legión de criaturas. Su último marido, Jake Armitage, es productor y uno de los guionistas mejor pagados de la industria del cine. Llevan una vida cómoda, tienen dos coches de lujo, servicio doméstico, niñeras, jardinero… Pese a no carecer de nada material, los Armitage no son felices.

La novela El devorador de calabazas, de Penélope Mortimer, se publicó en 1962 y narra en primera persona el drama de una mujer sin identidad, que no sabe quién es, porque su existencia se diluye entre su papel de madre de una numerosa prole y el de esposa. La señora Armitage carece de nombre propio, ha quedado relegada a la sombra de su marido en el rol de mujer cuidadora y carece de objetivos personales. La depresión no tarda en aparecer en esa existencia sin alicientes, en la que el autoengaño hace la situación más llevadera. La señora Armitage necesita creer que su esposo la quiere, necesita un asidero que la sustente en lo insustancial, en la monotonía, en el vacío.

Penélope Mortimer retrata una época en que las mujeres eran víctimas del matrimonio, de una condena que las recluía en el hogar y resultaba alienante. Mujeres dependientes de un hombre, sin apoyo emocional, solas, realizadas únicamente a través la maternidad. La señora Armitage pretende ser feliz, pero como ella misma reconoce: «No sé quién soy, no sé cómo soy, ¿cómo puedo saber lo que quiero?» El autoengaño ya no funciona porque la infidelidad lo ha destruido, a la decepción por haber sido engañada se añade el trauma de un aborto voluntario y la culpa. Llegados a esta tesitura, huir parece la mejor salida, la única. «Él ya me había incapacitado, saqueado y mutilado casi todas mis ilusiones y parte de mi ignorancia; me había debilitado tanto que yo había recurrido a mitos, a palabras, a misterios que reemplazasen lo que había perdido».

La infelicidad, el dolor, la tristeza, el enfado y el miedo dificultan la toma de decisiones y hacen más vulnerable a la señora Armitage, que al final, igual que la Nora de Ibsen, se hace fuerte porque ha descubierto que a Jack «Ya no le tenía miedo. Ya no lo necesitaba».

Penélope Mortimer analiza en esta novela cómo afecta la institución del matrimonio a hombre y mujeres, cómo el amor degenera, la ilusión se desvanece y la llegada de los hijos actúa a modo de grilletes que encadenan a la pareja. Un examen demoledor y sincero en el que la autora cuenta su verdad.


Título: El devorador de calabazas

Autora: Penelope Mortimer

Editorial: Impedimenta

Páginas: 233 páginas

Año: 2014

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